Adultos mayores en proyectos Ganar-Ganar.
(*)Jesús Alberto Cano Vélez
Somos un país de inconformes, aceptémoslo. Más atentos a lo negativo, que no es poco, pero con insuficiente atención a los aspectos positivos que tenemos a nuestro alrededor, en los que hay un potencial extraordinario para salir adelante.
En todas partes, la política es el tema cotidiano, inevitable, pero desde un enfoque cortoplacista, que nos impide ver realidades severas e inevitables como el envejecimiento de la población, un fenómeno que no es privativo de México. En todos los países del planeta, las expectativas de vida de la población han aumentado, lo cual significa que en las próximas décadas viviremos escenarios de profundos cambios, para los que no nos estamos preparando. De seguir con los brazos cruzados en este tema, seremos un país de viejos, pobre y carente de energía para resolver los múltiples problemas que no supimos atender oportunamente.
El escenario luce aterrador pero puede ser diferente si asumimos con realismo el envejecimiento de la población. Un proceso natural, gradual, continuo e irreversible de cambios que sufre el ser humano a través del tiempo. Estas transformaciones se dan en el nivel biológico, psicológico y social, y están determinadas por la historia, la cultura y las condiciones socioeconómicas de los grupos y las personas. Por ello, la forma de envejecer de cada persona es diferente.
Para la sociedad en general, el fenómeno demográfico significa un reto de gran calado, ya que requiere aprender a adaptarse y saber cómo procurar óptimamente al máximo la salud y la capacidad funcional de las personas mayores, así como su participación social y su seguridad.
Las cifras que se manejan a nivel internacional, coinciden en señalar que de los 7,000 millones de personas que constituyen el total de la población mundial, 760 millones, o sea el 10.8 por ciento, son adultos mayores de 60 años.
En el caso de México, según datos del INEGI, la población total de mexicanos en junio del 2017 es de 129, 678,021 de habitantes, de los cuales, 13 millones 928 mil 310 son adultos mayores, es decir, un poco más del 10 por ciento del total de nuestra población. Y un dato revelador, que por primera vez en nuestro país hay más adultos mayores que población infantil con menos de 5 años.
Según el INEGI para el 2030, los adultos mayores en México serán 20.4 millones. Para 2050 las mujeres de 60 años, representarán 23.3 por ciento del total de población femenina, lo que significa que vivirán 22 años más que hoy día, en tanto que los varones constituirán 19.5 por ciento del total de la población. Y un dato que hoy nos suena sorprendente, que para finales del siglo XXI el promedio de vida en México andará por arriba de los 90 años.
Todos estos datos, que parecen de ciencia ficción son una realidad que sustentan las matemáticas y las estadísticas. Una realidad que enfrentaremos en las próximas décadas.
Tenemos por un lado, la problemática de las pensiones y la salud, que no alcanzan a cubrir a toda la población de adultos mayores del país, ni tampoco garantizan que los actuales derechohabientes tendrán acceso a una pensión suficiente cuando llegue el momento de su retiro.
Por el otro lado, están los programas de apoyo al adulto mayor, como 65 y más, algunos federales, otros estatales, que han tenido una importancia nodal en su momento, pero que no son respuesta de fondo ni alcanzarán ante la enorme población mayor que se nos viene.
Este breve repaso, nos debiera hacer conscientes de que es impostergable, que ciudadanía y gobierno, empecemos, todos, a trabajar en este tema, a diseñar e impulsar políticas públicas para adultos mayores, más allá del asistencialismo, que a más de resolver el ingente sustento, contribuya a un crecimiento emotivo, propositivo y optimista de la que será en unos cuantos años, la población mayoritaria de nuestro país.
Se trata de incorporar a los adultos mayores retirados o jubilados, o carentes de todo apoyo, en nuevos esquemas ganar-ganar, en donde puedan impartir valiosos oficios que están desapareciendo, como la ebanistería, carpintería, relojería, tejido de bejuco, encuadernación, o la impartición de clases de regularización a infantes, en temas fundamentales como el civismo; impulsado todo esto por los municipios y por la propia comunidad, constituirían un grano de arena importante para empezar a hacer camino al andar en materia de revalorar a la creciente población de adultos mayores, que si somos afortunados, también llegaremos a serlo.
(*)Economista
@acanovelez