La propuesta de Morelia revela un cambio en el modelo de financiamiento de la seguridad pública
La propuesta de Morelia revela un cambio en el modelo de financiamiento de la seguridad pública
La aclaración del alcalde de Morelia, Alfonso Martínez Alcázar, sobre que su gobierno no pretende privatizar la seguridad municipal, sino cobrar por los servicios policiales en eventos masivos privados, abre una discusión más profunda sobre cómo los municipios financian sus cuerpos de seguridad y quién debe asumir esos costos.
Aunque la propuesta ha generado críticas en algunos sectores —particularmente en el Congreso local—, el posicionamiento del edil revela dos dimensiones clave:
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la presión financiera creciente sobre los municipios para sostener sus corporaciones;
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la falta de regulación clara respecto al uso de policías en espectáculos privados que generan grandes ganancias.
Responsabilidad financiera en eventos privados
El argumento del alcalde descansa en una lógica de corresponsabilidad económica: los conciertos y espectáculos con alto impacto en taquilla demandan un despliegue extra de policías, pero sus organizadores no asumen el costo de ese refuerzo, que actualmente recae íntegramente en el erario municipal.
Martínez Alcázar ejemplificó con eventos que pueden generar más de 28 millones de pesos en ingresos, mientras que el municipio —obligado por normatividad y protocolos— debe proveer seguridad sin recibir compensación. Desde esta perspectiva, el cobro por servicio no significaría privatización, sino recuperación de costos operativos, una práctica común en otros estados y países.
Implicaciones políticas: recaudación y gobernabilidad
El llamado del alcalde a “no estigmatizar lo recaudatorio” es también un mensaje político dirigido a los legisladores. En un contexto donde los municipios dependen en gran medida de participaciones estatales y federales, cualquier mecanismo de recaudación adicional suele encontrarse con resistencias políticas, no solo técnicas.
Al señalar que la recaudación es necesaria para sostener policías, servicios públicos y programas municipales, Martínez Alcázar plantea un debate más amplio:
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¿Puede un municipio fortalecer su seguridad sin modificar su estructura de ingresos?
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¿Debe el Congreso limitar o autorizar este tipo de cobros cuando se trata de eventos privados altamente rentables?
La insistencia en la transparencia y en la fijación de reglas claras busca anticipar críticas sobre posibles discrecionalidades. Este énfasis refleja que el tema de la recaudación —particularmente cuando involucra seguridad— se ha convertido en un terreno políticamente delicado.
Un giro hacia un modelo de seguridad autosostenible
En esencia, la propuesta del alcalde apunta a un modelo donde la seguridad pública, al menos en ciertos contextos, comienza a compartir costos con actores privados beneficiarios directos de los servicios. Si el Congreso lo avala, Morelia podría establecer un precedente para otros municipios del estado que enfrentan problemas similares: altos costos operativos y recursos limitados.
Así, el debate ya no gira solo en torno a si se “privatiza” o no la policía, sino sobre cómo construir un sistema financiero más equilibrado que permita fortalecer la seguridad sin sobrecargar al presupuesto municipal.
