Marzo de 2022, por el No
El deterioro del gobierno es palpable. Del esperanzador y plural discurso que ofreció en el Hotel Hilton el día de su contundente victoria en las urnas, a las últimas conferencias donde se le ve francamente molesto, cerril con su decálogo feminista (“catálogo de ignorancia”, lo llamó El País), más agresivo con la prensa que nunca, hablando de golpes de Estado, a López Obrador se le está escapando el país entre los dedos.
El sexenio de Enrique Peña Nieto fue de dos años: terminó el 26 de septiembre de 2014 con la noche de Iguala. Tal vez el sexenio de Andrés Manuel López Obrador terminó antes siquiera de comenzar con la fraudulenta consulta que organizó para validar la suspensión del aeropuerto de Texcoco. Al montar una farsa seudodemocrática para legitimar un capricho, perdió la confianza de los inversionistas. ¿Quién se animaría a invertir en un país donde las ocurrencias mandan? López Obrador tenía que dejar claro su punto antes de comenzar a gobernar: como Juárez separó la Iglesia del Estado, él se encargaría de separar el poder económico del poder político. Lo hizo según él para recuperar los poderes plenos del gobierno. La consulta sobre Texcoco marcó el fin de un sexenio que en realidad nunca despegó, como el avión presidencial.
No se va a reactivar la economía a menos que se recupere la confianza de empresarios e inversionistas. Alfonso Romo los invita a participar en el sector energético y más tarde Rocío Nahle los desinvita. El presidente los convoca a Palacio Nacional y les pide que inviertan al mismo tiempo que los legisladores de Morena promueven iniciativas de terrorismo fiscal y aprueban la extinción de dominio. Resultado: la inversión no fluye. La economía no se reactivará. El avión sexenal nunca despegará. Entraremos en recesión. Pemex perderá su grado de inversión. Aumentará el costo de la deuda. Caerá la recaudación, se recortarán los programas sociales y se desplomará el empleo. Esta es la versión optimista. La pesimista puede ser mucho peor.
¿Qué tanto peor? La estrategia para abatir la criminalidad no está funcionando. Se logró contener el aumento de la violencia, pero la cifra en la que se detuvo sigue siendo muy alta y las masacres contra inocentes o el descubrimiento de nuevas fosas comunes o algún otro caso que lastime y agravie a la sociedad (como los feminicidios, como la tortura y asesinato de una niña de siete años) van a seguir, porque los resultados de “atender las causas” –que es la estrategia del presidente–, rendirá sus frutos, si es que los rinde, muchos años después y no ahora.
En el largo plazo todos estaremos muertos, decía Keynes. Por tener la vista puesta en el futuro promisorio, López Obrador reacciona mal frente a los graves problemas del presente. Criminales entran a un local de videojuegos y matan a niños que se divertían ahí. Las matanzas de policías se suceden. ¿Un tuit del presidente condoliéndose de la barbarie? Ninguno. ¿Un mensaje de aliento del presidente en las mañaneras en solidaridad con los familiares de las víctimas? Ninguno. A los funerales de la gobernadora de Puebla, luego del misterioso e inexplicado desplome de su helicóptero, envió a su secretaria de Gobernación. Que le griten a ella. Ningún funcionario de su gobierno acudió al sepelio de las víctimas de Tlahuelilpan. No puede recibir la marcha encabezada por Javier Sicilia pero sí tiene tiempo para reunirse con peloteros de las Grandes Ligas en Palacio Nacional. Hay prioridades.
Gobernar no tiene ciencia, es muy fácil, comentó el presidente. Y así nos está yendo. En medio de una crisis climática mundial, a López Obrador se le ocurre construir una refinería, afectar la selva maya y apostar anacrónicamente por el petróleo. Cuando en todo el mundo se suceden las airadas protestas feministas reivindicando sus derechos, el presidente acusa a las mujeres que organizan el paro del 9 de marzo de conservadoras y golpistas.
Como lo comenté hace año y medio, antes de que asumiera el poder: cuando aflore el desencanto por el mal manejo de la economía, la seguridad o la salud, se va a recurrir al expediente del pasado. Por encima de los pactos que hayan hecho para detener a Anaya durante la campaña por la presidencia, la supervivencia es primero. Emilio Lozoya está detenido en España y comienza a escucharse el nombre de Peña Nieto. Esas eran las últimas cartas y las están comenzando a emplear ahora. Ya echaron mano a la mitad del fondo de contingencia y lo más seguro es que este año lo agoten. Luego irán por las pensiones. A todas luces, esto no va a terminar bien, el desgaste es muy acelerado.
Morena puede perder la mayoría en el Congreso en las elecciones de 2021. Si eso ocurre, la consulta por la revocación de mandato cobrará un nuevo sentido. Los partidarios de la no permanencia de López Obrador como presidente buscarán denodadamente el No en la consulta de marzo de 2022. Un No contundente. Seguirá Morena en el poder, pero López Obrador tendría que irse a su rancho.