Migración frontera sur, un reto a resolver.
La masiva migración de población centroamericana hacia Estados Unidos pasando por nuestro país, ha sido noticia titular en medios nacionales y extranjeros en las últimas semanas. Hombres y mujeres de todas las edades, embarazadas, niños pequeños y hasta bebes recién nacidos, componen la caravana migrante de más de cuatro mil personas que enfrentaron decididas el cerco de las autoridades mexicanas que intentaron detenerlas, ahora ya transitan por nuestro país.
A esta muy difícil situación hay que agregar las estridentes amenazas del presidente Donald Trump, exigiendo a los gobiernos centroamericanos contener la salida de sus connacionales, y al gobierno de México impedir el tránsito migrante hacia la frontera con Estados Unidos. Todo esto ha generado un clima de tensión, en donde cualquier error de las partes, pudo haber ocasionado una tragedia. Por fortuna, después de los primeros momentos de rispidez de la población migrante, el trato respetuoso de las autoridades migratorias de México, logró que el clima de tensión se apaciguara.
Cabe comentar, sin embargo, que esta crítica situación no es la primera, se ha visto precedida en los años anteriores por corrientes migratorias de variada densidad. El lugar mayormente recurrente de arribo ha sido Tijuana, Baja California, que ha tenido que sortear la indiscriminada presencia de población que pretende cruzar hacia EE. UU.
En enero del 2017, el triunfo de Donald Trump trajo una política migratoria restrictiva y un discurso público antiinmigrante que disuadió a la mayoría de los solicitantes de asilo o protección de seguir con su proyecto, por lo que muchos migrantes se vieron obligados a permanecer en México, significando un impacto negativo para la vida comunitaria de las poblaciones fronterizas, no preparadas para el arribo masivo de migrantes de todo calibre, incluyendo bandas criminales.
Otro factor muy importante a tomar en cuenta, es que México tiene su propia población de connacionales que permanentemente está intentando cruzar a Estados Unidos para trabajar allá, cómo pensar entonces que es sostenible que México reciba y resuelva el sustento de población extranjera, cuando enfrenta el permanente reto de atender a su propia población.
Lo que a todos queda claro, es que las decisiones de política para responder al flujo extraordinario de migrantes se han venido tomando de manera reactiva, en función de las necesidades urgentes de los actores sociales y de las medidas políticas asumidas unilateralmente por el gobierno de Estados Unidos. De lo que se trata es de generar protocolos de clara aplicación, de pleno respeto a los derechos humanos de los migrantes, y de pleno control y manejo legal de nuestra frontera.
Un primer paso para revertir esta situación, sería reconocer que la principal responsabilidad del Estado mexicano con las personas migrantes es garantizar el respeto de sus derechos humanos sin importar su estatus migratorio.
Un segundo paso es que el gobierno federal promueva, con todos los gobiernos de las entidades federativas, la elaboración y armonización de leyes locales en materia migratoria, ya que actualmente se advierten una serie de inconsistencias en la observación del procedimiento administrativo migratorio como lo norman la Ley de Migración y su Reglamento.
De forma simultánea, es necesario diseñar y aplicar protocolos de actuación en situaciones de crisis migratoria, ya probados en otros países, y establecer mecanismos de coordinación y transferencia de recursos eficaces entre autoridades de los niveles federal, estatal y municipal, para atender estas situaciones.
Hay mucho por hacer en materia de políticas públicas migratorias en el marco de la “cuarta transformación” que propone López Obrador. Se trata de una tarea impostergable porque en ese tema, el destino ya nos alcanzó.
(*)Economista
@acanovelez