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Rotundo fracaso primer año de gobierno de López Obrador y la Cuarta Transformación. México ante un grave riesgo

Leobardo Ordaz Zamorano

Estamos a unas semanas de que López Obrador y la Cuarta Transformación cumplan un año de gobierno y podemos asegurar, categóricamente, que han fracasado de manera estrepitosa.

De seguir las cosas como van hasta ahora, sin duda México estará en un grave riesgo como nación.

A todas luces este es un gobierno fallido por donde se le vea, así lo indican los pésimos resultados que tiene esta administración en diferentes rubros, los cuales son de interés para los mexicanos, como son: la economía, el empleo, la salud, la educación, el medio ambiente, la transparencia y rendición de cuentas, así como la seguridad pública, entre otros.

Pero también porque las bases de la transformación en las que se sustenta este gobierno están en crisis: la misma presidencia y su gabinete de gobierno; el partido de Estado; los programas sociales y su estructura clientelar; las Fuerzas Armadas; el trato institucional con el gobierno de los Estados Unidos; la comunicación gubernamental y la relación con los empresarios, particularmente.

En todo hay pésimos resultados y focos rojos muy preocupantes, y tal es la frustración en el gobierno que López Obrador ha pedido un año más para demostrar el cambio que prometió, que millones de personas le creyeron y que siguen esperando.

Porque no hubo cambio real alguno ni al siguiente día de su gobierno como dijo que iba a darse, ni a los seis meses como luego lo pidió, ni al año como ya lo reconoció.

Por el contrario, durante esta administración varios problemas se han agudizado, tenemos a un gobierno sumido en la crisis y sin un rumbo claro.

Así de mal como están gobernando López Obrador y la Cuarta Transformación probablemente en 2020 tampoco tengamos buenos resultados.

Luego en 2021 dirán que los resultados se verán hasta el 2024, como ya lo dijo el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, y al final del sexenio pedirán un gobierno más para demostrar los cambios que fácilmente prometieron, pero que no pudieron cumplir.

El problema es que México no está como para que un gobierno ensaye sus ocurrencias y haber que resulta. Si no pueden con la economía y con la seguridad pública menos van a poder con un cambio de régimen que le puede salir muy caro a los mexicanos.

México vive un periodo de mucha incertidumbre y frustración, pues la pésima e ineficiente conducción de López Obrador y la Cuarta Transformación nos puede llevar a escenarios de mucha inestabilidad y violencia, donde todo puede suceder: desde un levantamiento social, una guerra civil, una dictadura política, un golpe de Estado y hasta una intervención extranjera.

Si el presidente y su movimiento político no corrigen la forma y el fondo de cómo están haciendo el gobierno, cualquiera de estas situaciones podría ser inevitable, por desgracia. Y no exageramos pues varios de estos temas están en la discusión política actual.

Hoy se discute si el grupo en el poder está instaurando una tiranía o una dictadura populista; si la disputa entre los cárteles de la droga nos puede arrastrar a una guerra civil con tintes políticos ante la claudicación del Estado; si grupos de militares de las Fuerzas Armadas están fraguando un golpe de Estado; si ante tanta violencia e incapacidad del gobierno se levanta un movimiento social de protesta; y por si fuera poco, ahora está en la discusión la posibilidad de una intervención extranjera para combatir al crimen organizado ante la incapacidad del gobierno.

La situación actual es tan grave que ya no sólo se trata de que el gobierno de López Obrador y su Cuarta Transformación tenga éxito y den mejores resultados.

No. Los problemas los están rebasando de tal forma que, para evitar un escenario de consecuencias incalculables e impredecibles, pero seguramente de mayor violencia y confrontación, se hace necesario un cambio de rumbo de 360 grados en la conducción política del gobierno.

Es muy probable que para 2021 sigamos inmersos en una crisis por la gravedad de los problemas nacionales y los pésimos resultados de este gobierno fallido, de tal suerte que las elecciones intermedias y luego una elección para la revocación del mandato presidencial sólo van a significar una mayor polarización social y política.

Las cosas se complican más en un escenario internacional donde las principales naciones tienen economías en franco retroceso o están estancadas, y sus cambios políticos son de mucha inestabilidad, lo cual abona a escenarios de crisis e incertidumbre con repercusiones en todo el mundo, de las que nuestro país no está exento de ser afectado.

Nadie de manera responsable está pidiendo la renuncia a la presidencia de López Obrador y de su Cuarta Transformación. Todavía están a tiempo de poner su liderazgo y legitimidad a favor de un México para todos, por una república democrática en su sentido más amplio, más allá de su propia hegemonía y proyecto político partidista.

Y el mejor camino para empezar es el del diálogo y la tolerancia, principios básicos de todo demócrata. ¿Eso es mucho pedir?

De lo contrario, el presidente López Obrador y su Cuarta transformación pasarán a la historia no sólo como un gobierno fallido sino como los destructores de una república que quiso ser democrática, justa y de libertades.

Mientras tanto las diversas fuerzas y voces de oposición deben buscarse a través de vasos comunicantes dinámicos, flexibles y plurales, que vayan más allá de sus ámbitos y estructuras organizativas propias, e ir trazando los ejes de una articulación para la acción conjunta, sin sectarismos ni protagonismos. Una oposición responsable y democrática construye puentes para el diálogo y el entendimiento, no sólo para encontrarse con los iguales sino también con los diferentes, incluye al grupo gobernante.

Porque esta vez a río revuelto no habrá ganancia de pescadores sino de verdaderos tiburones.

El último clavo

Una muestra de que el presidente López Obrador y la Cuarta Transformación entiendan que su gobierno está fracasando es que hagan un cambio sustancial, por lo pronto, en su estrategia en materia de seguridad pública y en la conducción de la economía, pues este ha sido un año fatal en estos rubros: 2019 es ya el año más violento de los últimos tiempos y tenemos un cero crecimiento económico y estamos en franca recesión. Sin una mejoría sustancial en estos dos ejes estratégicos cualquier otro esfuerzo será por demás y entonces estaríamos hablando de un sexenio fallido.

De la misma manera, López Obrador y la 4T deben hacer lo conducente para impedir el golpe de Estado en Baja California con la llamada Ley Bonilla; deben de cesar los intentos golpistas contra los poderes autónomos e independientes, como son el Poder Judicial, la CNDH y el INE, por señalar algunos.

Y, claro, deben parar todos los ataques contra la prensa libre, periodistas y medios de comunicación que son críticos a este gobierno, así como el golpeteo contra las diferentes oposiciones políticas.

También ayudaría mucho que este gobierno se comprometa a dejar de decir tantas mentiras.

Es un cambio de 360 grados, ni más ni menos, pues de lo contrario el túnel que estamos recorriendo puede ser de consecuencias fatales para todos y del que será más difícil salir, por desgracia para México.

¿Ustedes que creen?

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