OPINIÓN

MAL GUSTO Y CHABACANERÍA

Ir por la vida haciendo daño a otra persona, nada más que por capricho y por amor al arte, es de ser malos de solemnidad. Pero, además, denota mal gusto, y un ser bastante chabacano.

Porque, para hacer daño, no solamente hay que contar con medios y con poder, sino, además, con un espíritu dispuesto a hacer el oso y el indio continuamente.

Hacer el oso y el indio, significa, adoptar comportamientos estúpidos y ridículos, nada más que para alcanzar la postura que humilla a nuestra víctima. Y una postura humillatoria, mirada desde la sensatez del sentido común, por un lado, mueve a la risa, pero, por otro, te produce asco, repugnancia, vómitos…

Nos podríamos imaginar a un mono haciendo «monadas», mas, ¿se imaginan ustedes, a políticos y funcionarios, en el ejercicio de sus funciones, haciendo de todo, menos aquello relacionado con sus funciones y con su deber?. Les puedo asegurar que yo, no solo me lo imagino, sino que lo veo a diario, y llevo comprobando esta falta integral de madurez de personas y personajes, en teoría serios y responsables, primero con estupor, y, ahora, tras nada menos que 35 años de ser perseguido por la inutilidad y la incompetencia, lo veo como si uno viviera en un espectáculo circense continuado, sin final.

Los señores de la política y de la función pública, están muy necesitados, de que alguien haga de padre con ellos, ya que denotan una inmadurez tan infantil, y venga a reprenderles con unos cachetes bien dados, y con castigos ejemplares, de manera que pudieran ser reeducados, y reconducidos hacia la ética, y hacia el escrupuloso sentido de cumplimiento del deber, dejado y abandonado con preocupación y alarma social.

¿Quién podrá hacer de padre, con los que se han erigido en Padres de la Patria, y con los que han sido revestidos de autoridad pública?.

La respuesta, no huelgo decirlo, es dura, y muy difícil de digerir, puesto que por cima de tales estamentos, en una nación como España, solo nos queda a Dios, en el supuesto caso de que, dentro de nuestra libertad de conciencia, creamos en la existencia del tal Dios, que blanden los cristianos, así como las religiones en general.

Solo nos queda la esperanza, de que ese hipotético poder supremo, que está siempre por encima del mundo y de sus tantas veces estúpidas contingencias, quiera intervenir en el mismo, para restablecer la justicia, la paz… en definitiva, la concordia perdida, y que brilla por su ausencia, sustituida por la broma circense de la payasada infantil e improductiva.

FRAN AUDIJE

Madrid, España, 6 de agosto del 2023