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PRD y el adiós de Granados: ‘doloroso’ camino a la refundación

Sin ánimo catastrofista, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) enfrenta la “tormenta perfecta” de un organismo político. Además del bajo rendimiento electoral en las pasadas elecciones federales y locales, enfrenta una crisis de identidad, de agenda política y hasta de tipo económico que pone su viabilidad en entredicho al mediano y largo plazo. La salida de Manuel Granados de la dirigencia solo puede traducirse, de inicio, como el más reciente eslabón de una cadena, que solo puede anteceder a la “dolorosa” refundación o a la inminente desaparición como opción de izquierda para los electores.

En su carta de motivos para anunciar su salida de la dirigencia nacional del PRD, Granados expuso que no pretendía “eternizarse” al frente del partido que enfrenta la mayor crisis de su historia, en principio por la baja votación obtenida en las elecciones del 1 de julio. Pero dos días antes señalaba a un claro culpable: Andrés Manuel López Obrador como su candidato presidencial en 2012.

Acusó un evidente desgaste económico, operativo e institucional a partir de las multas por faltas a la legislación electoral que suman a 127 millones de pesos, y que según Granados se han ido pagando desde inicio de año. Sin embargo, la carga más fuerte por descuentos empezó en el mes de agosto de hasta 50 por ciento de las prerrogativas mensuales: es así que de 41 millones 349 mil pesos que le corresponden al mes, únicamente reciben 20 millones 522 mil pesos.

Es por ello que en un claro “efecto dominó” hace dos semanas “le reventó” el conflicto económico que le obligó a establecer un programa de retiro voluntario dirigido a todo el personal, cubriendo todas sus prestaciones conforme a la ley.

Analistas y expertos en la política advierten a estas alturas que todo ello es síntoma de una situación más profunda: el PRD dejó de ser una alternativa progresista, perdió su liderazgo como defensor de derechos fundamentales; prefirió refugiarse en fórmulas de control político-clientelares, por lo que cobijó a dirigentes y legisladores que utilizaron el poder de manera patrimonial, de manera muy particular en Ciudad de México. Una vez más basta remitirse a los resultados electorales del 1 de julio.

Por ello “las alertas” de desaparición y llamados desesperados a la “refundación” se encendieron en el Décimo Sexto Pleno Extraordinario del Consejo Nacional; el propio Manuel Granados admitió la existencia de traiciones previo al pasado proceso electoral y lamentó que hubo quienes le dieron la espalda al partido. Su exdirigente nacional, Carlos Navarrete, destacó que el PRD se encuentra ante “un desastre que hay que superar”.

Granados “se hace a un lado” para dar aire al proceso de renovación, pero un estricto sentido de imagen y “timing político”, le perjudica al PRD que en plenos reclamos de su base trabajadora, el dirigente se va. Parece cercana la realización de su Congreso Nacional Extraordinario el 17 y 18 de noviembre, pero serán semanas de mayor desgaste y posible “canibalismo político”.

Retomando el símil de “la tormenta perfecta”, al partido del Sol Azteca le urge encontrar cuanto antes «la triada virtuosa” de todo organismo político: una agenda que conecte con la ciudadanía: una figura carismática que sea su emblema ante los medios; así como una narrativa que cuente las desventajas de los rivales y les haga brillar con dos o tres puntos muy concretos ante la ciudadanía. El tiempo corre en su contra a partir de que entre el nuevo gobierno este 1 de diciembre.

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