OPINIÓN

Sobre las elecciones intermedias en Estados Unidos.

(*)Jesús Alberto Cano Vélez

Dos años después del triunfo electoral de Donald Trump, los votantes estadounidenses vuelven a las urnas el 6 de noviembre para las elecciones de mitad del período.

Estas elecciones se celebran cada cuatro años en noviembre y se llaman así porque ocurren en la mitad de la legislatura. El 6 de noviembre, los votantes eligen a miembros de la Cámara de Representantes y del Senado, cámaras que conforman el Congreso.

Actualmente, las dos cámaras del Congreso están bajo control del Partido Republicano, al que pertenece el presidente Trump.

Los demócratas creen que este año pueden lograr el control de la Cámara de Representantes ganando una mayoría de escaños. Si esto sucede, podrán bloquear o retrasar los planes del presidente oponiéndose a su ejecución. Los 435 escaños de la Cámara de Representantes están en disputa.

Si los demócratas quieren hacerse con el control de la Cámara, tienen que ganar al menos 23 de los escaños que ahora están en poder de los republicanos. Los demócratas alientan el voto joven para derrotar a Trump. Las esperanzas de la llamada «ola azul» están puestas en una generación famosa por no acudir a las urnas, pero que este año parecen querer cambiar las estadísticas. 

La batalla por el Senado, también controlado por los republicanos, hay que seguirla de cerca. Allí 35 de los 100 escaños están en disputa.

¿Qué significa todo esto para el presidente Trump?

La Casa Blanca se ha visto envuelta en escándalo tras escándalo.

Hasta ahora, los demócratas han evitado hablar abiertamente sobre cómo sacar a Trump del cargo o forzarlo a renunciar. Para que esto ocurriera, una mayoría de miembros de la Cámara de Representantes tendría que votar a favor del impeachment.

¿Qué pasaría después? El presidente se sometería a un juicio político en el Senado bajo acusación de «traición, soborno y otros graves crímenes y delitos».

Si dos tercios del Senado lo hallaran culpable, Trump sería retirado de la presidencia y sustituido por el vicepresidente Mike Pence.

¿Qué dimensión tendría algo así? Ningún presidente de EE.UU., ha sido expulsado de su cargo por un proceso de impeachment. Un desenlace más probable es que veamos a un presidente Trump frustrado con una Cámara de Representantes controlada por los demócratas bloqueando sus planes.

Además de los miembros del Congreso, el 6 de noviembre se eligen 36 de los 50 gobernadores estatales. De las 36 gobernaciones en disputa, 26 están en manos de los republicanos.

El presidente Trump parece haber tomado estas elecciones legislativas como un todo o nada sobre sí mismo. Una derrota republicana lo pondría al borde del abismo; una victoria, hundiría sin remedio a los demócratas. Este también es su referéndum.

Sorprendente por ello que, a una semana de las elecciones intermedias, Donald Trump anuncia su intención de presentar una orden ejecutiva para terminar con el derecho a la ciudadanía estadounidense por nacimiento; un principio que ha estado vigente en la Constitución por 150 años y que establece que cualquier persona nacida en suelo estadounidense es ciudadana de ese país.

Aunque no es la primera vez que esta idea se plantea desde el gobierno con la intención de negar la ciudadanía a los hijos de inmigrantes irregulares, el revuelo causado por la declaración del presidente, quien afirmó que no es necesario hacer una enmienda constitucional para hacer el cambio –lo cual es falso porque sí es necesario y requiere de la aprobación de dos terceras partes del Congreso. Con su anuncio logró distraer la atención de algunos medios, y de la opinión pública, del asunto más relevante de la semana: el asesinato de once personas en una sinagoga de Pittsburgh, Pennsylvania, a manos de Robert Bowers, un hombre que en redes sociales solía escribir frases antisemitas y también se presentaba como seguidor de Trump.

Al margen del debate generado en torno a la legalidad de la propuesta de Trump –la mayor parte de los expertos en derecho e inmigración coinciden en que esta no es viable–, el esfuerzo por reforzar su discurso antiinmigrante, argumentando la defensa de los derechos de los estadounidenses, ha sido interpretado como un recurso desesperado para conservar a su base republicana en los comicios de la primera semana de noviembre.

Como puede advertirse,  los escenarios resultantes de una mayor o menor votación a favor de los republicanos, impactará no solo el equilibrio de fuerzas al interior de la Unión Americana, sino la relación con México y el paso de migrantes por nuestro territorio hacia ese país. Habrá que estar pendientes.  

(*)Economista 

@acanovelez

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